MI MUSICA

martes, 7 de octubre de 2014

http://www.educacion-primaria.es/importancia-de-la-luz-solar-en-las-plantas/


http://aulaclic.es/windowsvista/t_7_5.htm


http://www.bing.com/videos/search?q=como+trabajar+movie+maker&adlt=strict&view=detail&mid=422E8C8BB3C95341F5C3422E8C8BB3C95341F5C3&FORM=VRDGAR

http://www.youtube.com/watch?v=ewN60OkfELA


https://es.scribd.com/doc/71846189/ElSupermercado


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https://www.aciprensa.com/Biblia/libros.htm
ESTUDIANTES DE GRADO DÉCIMO-ONCE NOCTURNA ANTONIO DERKA SANTO DOMINGO. BIENVENIDOS a este espacio donde encontraran la información que necesitan para el desarrollo de la unidade propuesta. ACTIVIDADES: 1. Lectura del texto bíblico 1 Tesaloniceses 4, 13-17 Hacer un resumen del texto y presentarlo el miercoles 15 de Octubre. EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE R.P. Pedro Herrasti, S.M. INTRODUCCIÓN Vivimos normalmente un determinado número de años, habiendo sufrido, como todo mundo, algunas enfermedades pasajeras. Pero un buen día, descubrimos con pena que tenemos cáncer y ese cuerpo tan fiel, tan duradero, tan útil, se nos empieza a desmoronar irremediablemente. Y después de muchos o pocos cuidados, en un plazo más o menos corto, morimos. 0 bien puede suceder que estando perfectamente sanos, caemos fulminados por un paro cardíaco o perecemos víctimas de un accidente fatal. Al final, de una manera u otra, TODOS MORIREMOS. Nadie absolutamente escapará de la muerte. Es la realidad más irrefutable del mundo. Desde que somos concebidos en el vientre de nuestra madre, somos por definición, mortales. La muerte es el trance definitivo de la vida. Ante ella cobra todo su realismo la debilidad e impotencia del hombre. Es un momento sin trampa. Cuando alguien ha muerto, queda el despojo de un difunto: un cadáver. Esta situación provoca en los familiares y la comunidad cristiana un clima muy complejo. El cuerpo del muerto genera preguntas, cuestiones insoportables. Nos enfrenta ante el sentido de la vida y de todo, causa un dolor agudo ante la separación y el aniquilamiento. Todo el que haya contemplado la dramática inmovilidad de un cadáver no necesita definiciones de diccionario para constatar que la muerte es algo terrible. Ese ser querido, del que tantos recuerdos tenemos, que entrelazó su vida con la nuestra, es ahora un objeto, una cosa que hay que quitar de en medio, porque a la muerte sigue la descomposición. Hay que enterrarlo. Y después del funeral, al retirarnos de la tumba, vamos pensando con Becquer: ¡Qué solos y tristes se quedan los muertos!". ¿QUÉ ES LA MUERTE? La definición dada por un diccionario muy en boga es:"La cesación definitiva de la vida". Y define la vida como "el resultado del juego de los órganos, que concurre al desarrollo y conservación del sujeto". Habrá que reconocer que estas u otras definiciones tanto de la vida como de la muerte, no expresan toda la belleza de la primera y todo el horror de la segunda. La muerte es trágica. El hombre, que es un ser viviente, se topa con la muerte, que es la contradicción de todo lo que un ser humano anhela: proyectos, futuro, esperanzas, ilusiones, perspectivas y magníficas realidades. ACTITUD INSTINTIVA ANTE LA MUERTE. No es de extrañar, pues, el horror a la muerte. Y no tan solo al misterioso momento de la "cesación de la vida", sino tal vez más, al proceso doloroso que nos lleve a la muerte. Tenemos el maravilloso instinto de conservación que nos hace defender y luchar por la vida. Sabemos que la vida es un don formidable y la humanidad ama la vida, propaga la vida, defiende la vida, prolonga la vida y odia la muerte. En muchos casos luchamos por la vida aunque ésta sea un verdadero infierno. Si hay personas que en el colmo de la desesperanza recurren al suicidio, lo normal es que no queremos morir y estamos dispuestos a pasar por todos los sufrimientos y a gastar toda nuestra fortuna para curar a un enfermo. Le peleamos a la muerte un ser querido a costa de lo que sea, de vez en cuando hasta en contra de la voluntad del interesado. ¡La vida es la vida! Gracias a los progresos de la ciencia y la tecnología, podemos ahora recurrir a métodos sensacionales en la lucha contra la muerte. Ejemplo formidable de ello es el trasplante de órganos, incluido el corazón. Por desgracia, en algunas ocasiones, esa lucha no es en realidad prolongación de la vida, sino de una dolorosa agonía sin sentido. Nos sentimos obligados a sacar del cuerpo del enfermo agonizante, hasta el último latido de un corazón que por sí solo se detendría, totalmente agotado. Triste espectáculo el ver a nuestros ser querido lleno de tubos por todos lados y rodeado de sofisticados aparatos en una sala de terapia intensiva. No nos resignamos a dejarlo morir. LA MUERTE DIGNA. Se plantea ahora la cuestión del derecho a una "muerte digna". Debemos entender por esto el derecho que tiene la persona a decidir por sí misma el tratamiento a su enfermedad. Cuando el cuerpo ya ha cumplido su ciclo normal de vida, no hay obligación de recurrir "a métodos extraordinarios" para prolongar la vida, según lo define la Iglesia. El enfermo tiene derecho de pedir que lo dejen morir en paz. Puede llegar el momento en que no sea justo mantener artificialmente viva a una persona, a costa de la misma persona. Los sufrimientos de una agonía prolongada por una idea equivocada de lo que es la vida o lo que es la muerte, no tienen sentido. Pero una cosa es prescindir de aquellos métodos extraordinarios y otra es la de provocar la muerte positivamente, crimen que es llamado eutanasia. Tampoco podemos llamar "muerte digna" al suicidio. Ni estamos obligados a posponer dolorosamente el momento de la muerte, ni podemos provocarla. ¿SABEMOS ALGO DEL MAS ALLÁ? Desde que el hombre es hombre, ha tenido la intuición de que la vida, de alguna manera, no termina con la muerte. Los más antiguos testimonios arqueológicos de la humanidad son precisamente las tumbas, en las cuales podemos descubrir la idea que las diferentes culturas tenían del más allá. Del mismo modo, el hombre siempre ha intentado de mil maneras, entrar en contacto con los difuntos. Diversas clases de espiritismo, apariciones, fantasmas, ánimas en pena, han sido un vano y supersticioso intento de trasponer los dinteles de la muerte y saber algo del más allá. ¡Cuántas teorías ha inventado el hombre! ¡Cuántos experimentos ha hecho! Proliferan libros, novelas y revistas desde las más inocentes hasta las más terroríficas, pasando por la ciencia-ficción que aparentando solidez científica, no hace sino descubrir su falsedad. La realidad es que nuestros esfuerzos por investigar lo que sucede después de la muerte son por demás frustrantes. Podemos decir que todo queda en especulaciones, algunas totalmente equivocadas o fraudulentas, que no explican nada ni consuelan a nadie. No sabemos prácticamente nada. UNA LUZ EN LAS TINIEBLAS. Sin embargo nuestro Creador, profundo conocedor de nuestra naturaleza humana, no podía habernos dejado en completas tinieblas acerca de un asunto tan inquietante e importante como es la muerte y lo que sucede en el más allá. En su inmenso amor por la humanidad, nos envió a Su Hijo Unigénito, su Segunda Persona Divina, como Luz del Mundo. En Jesucristo Nuestro Señor todas las tinieblas quedan disipadas. Su infinita sabiduría nos ilumina hasta donde Él quiso que viéramos: "Yo soy la Luz del Mundo. Quien me sigue no andará en tinieblas". SOMOS INMORTALES. Toda la Sagrada Escritura nos enseña, pero especialmente el Nuevo Testamento nos descubre el sentido de la vida y de la muerte y nos hace atisbar lo que Dios tiene preparado para nosotros en la eternidad. Lo primero que debería asombrarnos es que Dios, el eterno por antonomasia haya querido compartir nuestra naturaleza humana hasta el grado de sufrir El también la muerte. Jesucristo no vino a suprimir la muerte sino a morir por nosotros. "Se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil.2:8). El misterio de la Cruz nos enseña hasta qué punto el pecado es enemigo de la humanidad ya que se ensañó hasta en la humanidad santísima del Verbo Encarnado. En su vida pública, el Señor Jesús se refirió de muchas maneras al momento de la muerte y su tremenda importancia. En aquella ocasión en que los Saduceos, que ni creían en la otra vida, le preguntaron maliciosamente de quién sería una mujer que había tenido siete maridos cuando ésta muriera, Jesús les contestó: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, Pero los que sean juzgados dignos de entrar al otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no se casarán. Sepan además que no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles. Y son hijos de Dios, pues El los ha resucitado" (Lc,20:34-36) Cuando murió su amigo Lázaro, ante la profesión de fe de Marta, el Señor dijo: "Yo soy la Resurrección. El que cree en Mí, aunque muera vivirá. El que vive por la fe en M í, no morirá para siempre" (Jn. l1:25) Hay que tener en cuenta que cuando Jesucristo habla de la vida, en ocasiones se refiere explícitamente a la vida del cuerpo, que promete será restituida con la resurrección de la carne: "No se asombren de esto: llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal, resucitarán para la condenación" (Jn.5:29). En otras ocasiones, en cambio, se está refiriendo a la Vida de la Gracia o sea a la participación de su propia Vida Divina que nos comunica por amor. Ejemplo de esto es el sublime discurso del "Pan de Vida "que San Juan nos transcribe en su capítulo sexto: "yo soy el Pan vivo bajado del Cielo; el que coma de este Pan, vivirá para siempre" (Jn.6:51). Y más adelante, en el versículo 54 nos hace esta maravillosa promesa: "El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día". MUERTE Y RESURRECCIÓN. Así, el cristiano sabe que la muerte no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio de la verdadera vida, la vida eterna. En cierta manera, desde que por los Sacramentos gozamos de la Vida Divina en esta tierra, estamos viviendo ya la vida eterna. Nuestro cuerpo tendrá que rendir su tributo a la madre tierra, de la cual salimos, por causa del pecado, pero la Vida Divina de la que ya gozamos, es por definición eterna como eterno es Dios. Llevamos en nuestro cuerpo la sentencia de muerte debida al pecado, pero nuestra alma ya está en la eternidad y al final, hasta este cuerpo de pecado resucitará para la eternidad. San Pablo (Rom.8:11) lo expresa magníficamente: "Mas ustedes no son de la carne, sino del Espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo. En cambio, si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo vaya a la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu vive por estar en Gracia de Dios. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales; lo hará por medio de su Espíritu, que ya habita en ustedes". El cristiano iluminado por la fe, ve pues la muerte con ojos muy distintos de los del mundo. Si sabemos lo que nos espera una vez transpuesto el umbral de la muerte, puede ésta llegar a hacerse deseable. El mismo San Pablo, enamorado del Señor, se queja "del cuerpo de pecado" pidiendo ser liberado ya de él. "Para mí la vida es Cristo y la muerte ganancia" (Fip.1:21) "Cuando se manifieste el que es nuestra vida, Cristo, ustedes también estarán en gloria y vendrán a la luz con El" (Col.3,4). EL CIELO Por desgracia somos tan carnales, tan terrenales, que nos aferramos a esta vida. Después de todo, es lo único que conocemos, lo único que hemos experimentado. A partir del uso de la razón, aprendemos a discernir entre las cosas buenas de la vida y las malas, entre lo bello y lo feo, entre lo placentero y lo desagradable. Y trabajamos arduamente para obtener de la vida lo mejor para nosotros. Todos los afanes del hombre están motivados para acomodarnos en la tierra lo mejor que podamos. No podernos negar que la vida puede ofrecernos cosas preciosas. Gozar de la belleza del mundo prodigioso, abrir los sentidos al cosmos entero, la inteligencia a los secretos que la materia encierra, aprender a amar y ser amados, crear obras de arte, terminar bien un trabajo, ver el fruto de nuestros afanes, tener lo que llamamos "satisfactores" por que precisamente satisfacen nuestros gustos, conocer otras culturas, leer un buen libro, etc... No es fácil relativizar todo ello o restarle importancia. Nuestros parientes y amigos, nuestras posesiones, nuestros proyectos, son todo lo que tenemos y por lo que hemos trabajado toda la vida. Nos hemos gastado en ello, invirtiendo todas nuestras fuerzas. Y por ello, ni pensamos en la otra vida. Ni en el Cielo ni el Infierno. Ni el Cielo nos atrae, ni el Infierno nos asusta. Vivimos inmersos en el tiempo, como si fueramos inmortales. Hablar de Cielo o de Infierno hasta puede parecer ridículo. ¡Y sin embargo es, una cosa u otra, nuestro destino ineludible! No es el objeto de este Folleto hablar del Infierno, que hemos tratado en el Folleto EVC No. 58 sino de abrir los corazones, pero no podemos dejar de recomendar el No.272 "El Cielo", en que la EVC reproduce una magistral conferencia dictada por el Padre Monsabré. Podemos decir que todos los goces o todas las penas de esta vida temporal, no tienen tanta importancia, no son para tanto. San Pablo, que fue arrebatado en éxtasis para tener un atisbo de los que nos espera, no puede describir con palabras humanas su experiencia: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios tiene preparado para los que le aman" (1 Cor.2:9). Y en 11 Cor. 12:4, nos confía que arrebatado al paraíso, donde oyó palabras que no se pueden decir; son cosas que el hombre no sabría expresar". Ante lo efímero de los goces o sufrimientos de esta vida, el mismo Apóstol nos recomienda en la carta a los Colosenses : 3:1-4, "Busquen las cosas de arriba, donde se encuentra Cristo; piensen en las cosas de arriba, no en las de la tierra" . El CAMINO Y LA META. Esta manera de pensar puede ser comparada con un viaje: por encantador que sea el paisaje del camino eso no es lo importante, sino el llegar al lugar de destino. Sería una torpeza desear que el camino nunca terminara y olvidar que al fin de éste, nos esperan por ejemplo, unas vacaciones deliciosas a la orilla del mar. Podría existir la posibilidad de que cambiáramos de opinión y decidiéramos detenernos en un lugar más hermoso que el mismo fin planeado anteriormente. Pero en la vida esto no puede suceder: vamos a la muerte indefectiblemente; no podemos detener el tiempo, no podemos "cambiar los planes". Y si avanzamos fatalmente al fin del viaje, es de sabios fijar nuestra vista en lo que nos puede esperar. Podría alguien decir que pensar "en las cosas de arriba" como nos aconseja el Apóstol, va en detrimento del progreso de la humanidad y del desarrollo de todas las posibilidades del ser humano. Por eso dijo Marx que la religión era el opio de los pueblos. Y no le faltaba razón al estudiar ciertas religiones, sobre todo orientales, en las que parece que todo el esfuerzo humano radica en fugarse de la realidad cotidiana. El cristianismo no cae en esa posición. La historia lo demuestra ampliamente al comprobar cómo ha sido precisamente en los países cristianos en donde se han dado los más grandes pasos en el bienestar del ser humano. El peligro no radica tanto en 'fugarse" sino por el contrario en aferrarse en lo temporal, perdiendo de vista lo eterno. El auténtico seguidor de Jesucristo, al mismo tiempo que trabaja por hacer este mundo más habitable, no pierde de vista sin embargo, que esto no es sino el camino a la felicidad eterna y sin límites que Dios nos promete. Vivimos con los pies bien asentados en la tierra, pero con el anhelo de obtener al fin de nuestros días, la corona de gloria eterna. ENVEJECER ES MARAVILLOSO El instinto de conservación y la falta de fe, nos hacen tener horror al envejecimiento irremediable. Hemos hecho de la juventud un mito. "Juventud, divino tesoro" dijo el poeta, y perder la juventud lo consideramos un drama. Da pena ver a personas maduras y post-maduras, intentar defenderse de la calvicie, de las canas, de las arrugas... No logran, por supuesto, engañar a nadie y menos detener el tiempo. Todas las operaciones de cirugía plástica que sufren, ni preservan la belleza juvenil, ni restan un sólo día a su avanzada edad. Todos esos intentos vanos por beber en la fuente de la eterna juventud, no hacen sino evidenciar que hemos perdido el sentido de la vida y de la muerte. La edad no solamente nos hace poner en su justa medida las cosas temporales (cosa que los jóvenes no han aprendido todavía) sino que nos acercan más y más a Dios, nuestro último fin. Los ancianos llevan ventaja a los muchachos. Ya van llegando a su realización plena, van llegando a la meta. El gran San Pablo nos escribe: "Por eso no nos desanimamos. Al contrario, mientras nuestro exterior se va destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día. La prueba ligera y que pronto pasa, nos prepara para la eternidad una riqueza de gloria tan grande que no se puede comparar. Nosotros, pues, no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo invisible, ya que las cosas visibles duran un momento y las invisibles son para siempre." (II Cor.4:16-18) Y no es que nos resignemos mansamente a lo inevitable. Es por el contrario la conciencia jubilosa de que estamos siendo llamados por Dios. Las canas y arrugas son los signos de este gozoso llamado. Y las enfermedades y achaques nos dicen lo mismo: la meta está ya cerca. Pronto verás a Dios. El gran San Ignacio de Antioquía, anciano y camino al martirio, avanza gozoso al encuentro con Dios y escribe a los romanos: "Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva que me habla y me dice:' Ven al Padre. No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo". ¡Qué maravilla llegar a comprender que la muerte es el inicio de la verdadera vida y que todo esto no ha sido sino un ensayo, un camino, una invitación! LA LITURGIA DE LOS DIFUNTOS La reforma litúrgica implementada a raíz del Concilio Vaticano II, ha puesto empeño en hacer resaltar los aspectos positivos del trance de la muerte. Lo primero que nos llama la atención es el abandono de los ornamentos color negro en las Misas de Difuntos, por ser el negro signo de duelo sin asomo de consuelo ni esperanza. Sin ignorar el aspecto trágico de la muerte, lo que sería una falacia, el Ritual de Sacramentos en la introducción a las Exequias acentúa la esperanza del creyente. "A pesar de todo, la comunidad celebra la muerte con esperanza. El creyente, contra toda evidencia, muere confiado: "En tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc.23:26) En medio del enigma y la realidad tremenda de la muerte, se celebra la fe en el Dios que salva". "En el corazón de la muerte, la iglesia proclama su esperanza en la resurrección. Mientras toda imaginación fracasa, ante la muerte, la iglesia afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz. La muerte corporal será vencida." "En la celebración de la muerte, la iglesia festeja "el misterio pascual" con el que el difunto ha vivido identificado, afirmando así la esperanza de la vida recibida en el Bautismo, de la comunión plena con Dios y con los hombres honrados y justos y, en consecuencia, la posesión de la bienaventuranza" En un equilibrio notable entre las realidades temporales como son el pecado y la muerte, en la Oración Colecta de la Misa de Difuntos, asegura la acción salvadora de Jesucristo: "Dios, Padre Todopoderoso, apoyados en nuestra fe, que proclama la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que concedas a nuestro hermano N. que así como ha participado ya de la muerte de Cristo, llegue también a participar de la alegría de su gloriosa resurrección". Al mismo tiempo que se ora por el difunto, pidiendo al Señor se digne perdonar sus culpas, hay un grito de esperanza en la misericordia infinita del Salvador. En la oración sobre las Ofrendas, queda expresado perfectamente este sentimiento: "Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación por nuestro hermano N. para que pueda encontrar como juez misericordioso a tu hijo Jesucristo, a quien por medio de la fe reconoció siempre como su Salvador". "La muerte, es por tanto, un momento santo: el del amor perfecto, el de la entrega total, en el cual, con Cristo y en Cristo, podemos plenamente realizar la inocencia bautismal y volver a encontrar, más allá de los siglos, la vida del Paraíso" (Romano Guardini) La mejor y más completa respuesta al problema de la muerte la encontramos en los escritos de San Pablo. Recordemos la, magnífica frase: "Al fin de los tiempos, la muerte quedará destruida para siempre, absorbida en la victoria" (I Cor.15:26). Con el realismo que caracteriza a la Iglesia Católica, toda la liturgia de Difuntos, ofrece a Dios sufragios por los muertos, sabiendo que todos, en mayor o menor grado, hemos ofendido a Dios, pero con la plena confianza en la infinita misericordia divina, que garantiza al final el goce de la bienaventuranza. Por ello el libro del Apocalipsis nos enseña: "Bienaventurados los que mueren en el Señor" (Ap.21:4). Repetimos una y otra vez al orar por los nuestros: "Dale Señor el descanso eterno y brille para él la Luz Perpetua". Descanso de las luchas y fatigas de esta vida; luz para siempre, sin sombras de muerte, sin tinieblas de angustias, dudas o ignorancias. La luz total de contemplar la gloria de Dios en todo su esplendor, en la consumación del amor perfecto y eterno. "La Muerte es la compañera del amor, la que abre la puerta y nos permite llegar a Aquel que amamos". San Agustín "La Vida se nos ha dado para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo".

jueves, 6 de marzo de 2014

TALLER ÉTICA CLEI 3 NOCTURNA I.E. ANTONIO DERKA SANTODOMINGO


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ESTUDIANTES CLEI 3-1 3-2 NOCTURNA ANTONIO DERKA SANTODOMINGO 2014






1.  La bruja Mon entro en una tienda de videos.
2.  Se quedo embobada contemplando en una pantalla un número musical.
3.  Hasta que una niña le dio un pisotón sin querer.
4.  ¡Huy perdone!... murmuro la niña.
5.  La bruja Mon se puso hecha una fiera.
6.  ¡Ahora mismo te convierto en una rana!.
7.  Saco su vieja varita y le dijo las palabras mágicas:
8.  TUFA, COTUFA, TRUCALATRUFA. CHIRIS CHIRABO, CHIRIBINABO, MALADAPICO.
9.  Hoy tengo gana de hacer la rana.
10.              Al momento, la niña se transformo en una rana y empezó a croar escandalosamente.
11.              El policía que estaba vigilando la tienda se acercó a ver lo que pasaba.
12.              Aquí no está permitida la presencia de ranas, le dijo a la bruja Mon,
13.              ¡Tendrá que pagar una multa!
14.              ¡Y un jamón!, le dijo la bruja Mon.
15.              El policía se puso tan serio que la bruja Mon se asusto.
16.              Saco sus ahorros de trescientos años, contó las monedas, pago la multa y      salio de la tienda a todo correr.
17.              La rana la perseguía a grandes saltos.
18.              La alcanzo enseguida y se monto sobre su zapato derecho.
19.              ¡OS, OS!, hacia la bruja para espantarla. Y la rana que no se iba…
20.              Con que, en esto, llego un guardia y le dijo: “Esta rana no tiene collar”.
21.              “Esta prohibido que los animales circulen sin collar.
22.              ¡Tendrá que pagar una multa!”.
23.              ¡Y un jamón!... dijo la bruja Mon.
24.              El guardia se puso muy serio y la bruja Mon se asustó.
25.              Saco sus ahorros de trescientos años, pago la multa y salio corriendo.
26.              De un brinco se subió a un autobús en marcha. Y la rana con ella.
27.              El conductor dijo: “Está prohibido llevar ranas en los transportes públicos”
28.              . “Tendrá que pagar una multa”.
29.              La bruja Mon se hizo la despistada. ¿Qué rana?, preguntaba.
30.              Y murmuro escondidas las palabras mágicas, y la rana recupero su forma de niña.
31.              ¿Ve usted como no había ninguna rana?, le decía la bruja al conductor.
32.              “En este caso tendrá que pagar el billete de la niña”.
33.              ¡Y un jamón!, le dijo la bruja Mon. Y se tiro del bus en marcha.
34.              Ya hace mucho tiempo que la bruja Mon no convierte a las niñas en ranas.

35.              Fin.


PROFESOR EZEQUIEL PUERTA A.
TALLER DE ÉTICA
CLEI 3
OBJETIVO
Analizar y desarrollar lo que es y significa la ética.

INTRODUCCIÓN:
La vida de cada ser humano es irrepetible e insustituible y cada cual tiene derecho a disfrutarla del modo más humanamente completo.
Pero para ser humanos tenemos que vivir entre humanos, es decir no solo “como” los humanos, sino también “con” humanos. En ayuda mutua, en igualdad de derechos, teniendo en cuenta a los más débiles y aceptando que el “otro” es diferente de “mi”.
Se puede vivir sin saber grandes ciencias, hasta sin saber cosas tan elementales como leer y escribir, sin embargo existe un saber que es imprescindible; el de que ciertas cosas nos convienen y otras no.
A lo que nos conviene solemos llamarlo “bueno”, porque nos sienta “bien”; otras, en cambio, nos sientan mal  y a esas les llamamos “malas”. Este es un conocimiento indispensable para que nuestra vida pueda continuar.
Sin embargo hay cosas, cuya conveniencia puede tornarse ambiguamente. Puede ser en un momento bueno y en otro malas, o tener aspectos positivos u otros negativos.
En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con muchísima frecuencia.
Una relación que  nos parece buena se torna en mala y otras que empezaron mal terminan siendo un amor importante de la vida.
Saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios y criterios opuestos respecto de qué debemos hacer.
Algunos opinan que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo mejor es que los otros vivan para uno. También están los que creen, que tan solo hay que buscar la propia conveniencia, no vivo para otros, tampoco otros viven para mí: soy autosubsistente.
También las motivaciones de la vida pueden ser distintas, para algunos lo que cuenta es ganar dinero y nada más, para otros ser profesionales prestigiosos, algunos cuidan obsesivamente la salud o el tiempo libre, en tanto que muchos valoran especialmente la vida afectiva o buscan la paz interior.
Si la vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todo esto carecería de sentido.
Y así llegamos a la palabra fundamental: la libertad. Los animales no tienen más remedio de ser como son y hacer lo que hacen porque están programados. Y los seres humanos, en cierta medida también lo estamos. De modo menos imperioso, pero parecido, nuestro programa cultural es determinante, porque condiciona nuestro pensamiento, el lenguaje se nos impone desde afuera y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de conductas, leyendas, prejuicios. Todo esto hace que en cierta manera seamos bastante previsibles.
Aún así, nunca tenemos un solo camino a seguir. Cuando hablamos de libertad, tenemos que tener en cuenta:
 Primero: que no somos libres de elegir muchas cosas de lo que nos pasa ( haber nacido en tal día, de tales padres, en un determinado lugar, ser lindos o feos, sufrir porque somos alcanzados por algún fenómeno natural, etc.) sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignarnos, buscar soluciones o bajar los brazos, apoyarnos en la fe y en la esperanza o enojarnos con Dios y tratar de solucionar lo que nos pasa por nuestra cuenta)
 Segundo: Ser libres para intentar algo no tiene que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad que la omnipotencia.
Cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer. La libertad es una fuerza en el mundo: es nuestra fuerza.
Muchos dirán ¿cómo vamos a ser libres, si nos comen la cabeza desde los medios de información, si el gobierno nos manipula, nos engaña y las drogas nos esclavizan y además no ganamos lo suficiente para vivir o comprarnos lo que queremos?
Entonces como  no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra. De tal manera decir que no hay libertad, para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil.
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres y mujeres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir conveniente para nosotros y también para vivir en comunidad. También podemos equivocarnos, de modo que es prudente fijarnos en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar.

A ese arte de vivir, es a lo que se le llama ética.
Libertad es decidir, pero también es darse cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar. Y para no dejarse llevar no tienes más remedio que intentar pensar dos veces lo que vas hacer. ¿Por qué hago esto? Lo hago porque me lo mandan, porque es costumbre o porque me da la gana? ¿Por miedo al castigo? ¿Por esperanza a un premio? ¿O porque estoy esclavizado? ¿No sería aconsejable informarme lo suficiente para decidir por mí mismo?
Lo mismo sucede con las costumbres. Si vivo rodeada de gente que tiene costumbre de discriminar por ej: a los negros, a los pobres, a los homosexuales, etc. ¿por qué tengo que imitarles?
Cuando me interrogo acerca de mis caprichos, el resultado es parecido.
Es importante aclarar que la ética de un hombre libre, nada tiene que ver con los castigos o los premios repartidos por la autoridad, sea humana o divina. El que  no hace más que huir del castigo y buscar recompensas, no es más que un pobre esclavo.
“Moral” es el conjunto de comportamientos y normas que aceptamos como válidos; “ética” es la reflexión de porqué las consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.
¿Qué se necesita para ser un hombre bueno? Para unos significará ser resignado y paciente, pero otros llamarán buenas a las personas emprendedoras, que no se acobardan a la hora de decir lo que piensan aunque puedan molestar a alguien.
 Se puede ser bueno de muchas maneras y las opiniones que juzgan los comportamientos suelen variar según las circunstancias. Habría que estudiar no solo las circunstancias, sino también las intenciones que mueven a cada uno. Con la mejor voluntad, alguien puede provocar un desastre y ser tenido por monstruo, sin culpa suya.
La vida está hecha de tiempo, nuestro presente está lleno de recuerdos y esperanzas. Por eso es importante ser capaz de establecer prioridades y de imponer una cierta jerarquía entre lo que de pronto me apetece y lo que en el fondo, a la larga, quiero.
En la evaluación que hacemos de nuestro tiempo, no debemos dejar de tener en cuenta, que lo que más vale es la relación con el otro. Porque muy pocas cosas conservan la gracia en la soledad y si la soledad es completa y definitiva, las cosas se amargan irremediablemente. La vida humana es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena, ni humana.
Cuando la vida gira entorno a acumular cosas, quedamos atrapados. Pues la verdad es que las cosas que tenemos, nos tienen ellas también a nosotros en contrapartida. Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo. Nuestras manos no solo sirven para agarrar, sino también para acariciar.
Cuando tratamos a las personas como cosas, lo que recibimos de ellas también son cosas, al estrujarlos sueltan el dinero. Pero de esta manera nunca nos darán los dones más sutiles que solo las personas pueden dar. No conseguiremos así la amistad, ni respeto, ni mucho menos amor.
Los humanos nos humanizamos unos a otros.
A veces uno puede tratar a los demás como a personas y no recibir más que traiciones y abusos. Pero al menos contamos con el respeto de una persona: nosotros mismos... Defenderlo por lo menos en nuestro derecho a no ser una cosa para los otros.
Muchas veces se envidia a una persona porque posee muchos bienes, títulos, belleza, porque se la evalúa desde afuera, sin pensar que esa persona se puede estar muriendo por una enfermedad o de tristeza. Les falta lo fundamental: el auténtico afecto, el auténtico respeto, y aún el auténtico amor de personas libres.
Precisamente la ética lo que intenta es averiguar, en que consiste en el fondo, más allá de lo que vemos.
La condición fundamental de la ética es la de estar decidido a no vivir de cualquier modo, estar convencido de que no todo da igual, vamos a morirnos antes o después. Consiste en tener conciencia
De lo que se trata es de tomar se enserio la libertad o sea ser responsable. Lo serio de la libertad es que cada acto libre que hago, limita otras posibilidades al elegir y realizar cada una de ellas. Y ser responsable es sentirse auténticamente libre para el bien y para el mal. Pero debemos apechugar con las consecuencias de lo que hacemos.
En general lo que más se observa es que, todos quieren dimitir de su responsabilidad echando la culpa a lo malo que sucede alrededor, como si el afuera pudiera manejarnos como marionetas. En realidad lo que se tiene es miedo a la libertad.
Responsabilidad, es saber que cada uno de mis actos me va construyendo. Todo lo que hago va dejando huellas, en primer lugar en mí mismo y no puedo asustarme o quejarme de lo que veo en el espejo cuando me miro.
 Lo que hace humana la vida es el transcurrir en compañía de humanos, hablando con ellos, pactando, mintiendo, siendo respetados y traicionados, amando, haciendo proyectos y recordando el pasado, desafiándose, organizando juntos las cosas comunes, jugando, intercambiando símbolos....
Por malo que sea el otro, por peligroso, nunca deja de ser un humano. Si alguien ha llegado a ser detestable, como sigue siendo humano, aún puede volver a transformarse en alguien conveniente.
Muchos se comportan de manera hostil y despiadada con sus semejantes, porque tienen miedo, o soledad o porque carecen de cosas necesarias. O porque padecen de la mayor desgracia de todas, de verse tratado sin amor, ni respeto. Y la ignorancia aunque esté satisfecha de sí misma, también es una desgracia.
Ponerte en el lugar del otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real, como a ti mismo.
No hay cosa más ética que el bien vivir, el poder gozar de la alegría, de la risa, en compañía del nuestro semejante


DESARROLLO:
En base a estos contenidos se trabajó y reflexionó sobre estas preguntas:
   Ø      ¿Qué cosas buenas y que cosas malas hay en la vida? Hacer una lista de al menos 10 elementos en cada UNO.

   Ø      ¿Cuándo una cosa buena se puede convertir en mala, y viceversa?

   Ø      ¿Qué uso hago de la libertad para elegir lo que quiero hacer o no?

   Ø       ¿En qué se apoya la decisión?

   Ø      ¿Siempre que actúo lo hago libremente? ¿Cuáles son las motivaciones conscientes y cuáles las que no domino?

   Ø      ¿Cómo influye el entorno?

   Ø      ¿Qué responsabilidad me cabe en lo que decido y sus consecuencias?

   Ø      ¿Quién es el otro para mí? Elegir una situación concreta y buscar una imagen que ilustre cómo veo al otro en ese contexto.http://www.aulaclic.es/word-2010/t_2_1.htm

sábado, 11 de enero de 2014