MI MUSICA

viernes, 21 de octubre de 2011

HINDUISMO



Mandamientos fundamentalesPrácticas obligadas
HinduismoNo tiene un solo fundador y sus creencias están escritas en unos libros llamados Vedas: cuatro libros inspirados por los dioses, que contienen himnos, ritos, sacrificios y cantos sagrados.
•El hinduismo cuenta con otros libros que contienen enseñanzas religiosas, los Upanishads, a los que no se les reconoce inspiración divina.
•Creen en muchos dioses, sin embargo, afirman la importancia de una única realidad subyacente, entidad independiente e inmortal y que no cambia nunca. Se trata de un principio individual al que denominan Atman y que podemos traducir, aproximadamente, por Yo.
•Cantan el himno del gayatri al amanecer.
•Veneran a Siva, Visnú y la diosa Devi, Hacen reverencia a los brahmanes y a las vacas.
•Tienen prohibido comer carne (en especial la de vacuno).
•Deben contraer matrimonio sólo con un miembro de la misma casta (jati) con la esperanza de tener un heredero varón.
•Ritual diario: ofrecen frutas y flores ante un pequeño altar instalado en la vivienda.
•Alcanzar la liberación definitiva y el reposo absoluto. Esta liberación la entienden como la unión entre el Atman y el Brahmán, es decir, como la unión del Yo con el poder cósmico universal, con la esencia del universo

lunes, 17 de octubre de 2011

EL JUDAISMO




REFUERZO RELIGION
ESTUDIANTES LEERLO , ESTUDIARLO Y REALIZAR UN RESUMEN EN UNA HOJA DE CARTULINA ESPECIFICANDO LUGARES EN UN MAPA DE LA EPOCA Y SUSTENTANDO ORALMENTE EL RESUMEN
Judaísmo
Hacia mediados del milenio segundo a de c., en una época de incesantes movimientos de pueblos, ciertos grupos semitas, originarlos del desierto arábigo, llegaron al Éufrates medio. Cerca del 1350 a.c. avanzaron hacia el oeste en dirección a palestina. En el siglo XII a c. Formaron reinos en zonas cercanas al mar mediterráneo, entre estos grupos semitas se destacaron los fenicios y los hebreos. Aunque con características propias, ambos pueblos, al ser vecinos de civilizaclones tan importantes como las de Mesopotamia y Egipto, recibieron muchos elementos culturales de estas regiones. Costumbres, artes, ideas, posaron de un lugar a otro y de un pueblo al otro. Sufrieron también el impacto de circunstancias externas amenazantes, pero lograron desarrollarse sin excesivos sobresaltos antes de la formación de los grandes imperios asirlo, neo babilónico y persa.
Los hebreos: “el pueblo de yahvé” los hebreos se asentaron en la zona de palestina, al sur de fenicia. Esta zona está delimitada: al oeste: por el mar mediterráneo; al este: por el río Jordán y el mar muerto; al norte: por las montañas del Líbano; al sur: por la península del Sinaí.
Es un territorio menos fértil que Egipto y Mesopotamia, pero presenta llanuras aptas para el pastoreo y el cultivo, por lo que será codiciado por los vecinos del desierto. También pondrán sus ojos allí poderosos reinos por estar en una posición estratégica, lugar o punto de contacto, adonde llegaban caravanas de diferentes lugares. Esta región se llamo primitivamente el país del Canaán debido a que sus primitivos pobladores fueron los cananeos pueblo también de origen semita,  que se asentó allí hacia el 3000 a.c. posteriormente llegaron tribus de origen ario, los filisteos quienes denominaron a la zona philístina”, nombre del cual derivó la palabra palestina y los hebreos, singular pueblo, que no formó un poderoso estado o un imperio, pero que sorteando avatares mantuvo su vigencia hasta la actualidad. Es el único pueblo de la antigüedad que sobrevivió hasta hoy gracias a los lazos de unión que originó su religión.
Evolución histórica y política
Antecedentes del pueblo hebreo. Los patriarcas: los antiguos hebreos partieron originariamente desde arabia y llegaron a la Mesopotamia. Estaban organizados en pequeños grupos familiares o “clanes”, dirigidos por el más anciano de sus miembros, al que llamaban ‘patriarca’, quien además administraba justicia, dirigía los actos de guerra y realizaba tareas de sacerdote. Según la tradición, uno de estos patriarcas, Abraham, fue elegido por su dios, yahvé o Jehová, para sellar un ‘pacto de alianza”: yahvé le ordenó dirigirse a cannán, tierra que prometió a él y a sus sucesores, si cumplían con sus designios. Abraham entonces obedeció, se puso en marcho con su clan y se estableció en palestina. Con su nieto, Jacob o Israel, los hebreos comenzaron a llamarse a sí mismos hijos de Israel” o israelitas” nombre que significa los que son fuertes con dios”. Muchos hebreos emigraron a Egipto cuando ese país estaba en poder de los HICSOS. Al provocar la dinastía xviii tebana la expulsión de los hicsos de Egipto, se generó un clima de fervor nacionalista. Cambió la situación de los hebreos asentados allí, fueron perseguidos y tratados prácticamente como esclavos. Surgió entonces entre los hebreos la figura de moisés, quien convenció a su pueblo para huir de Egipto y dirigirse hacia la tierra prometida”. Se inició así el éxodo de los hebreos. Según la biblia, moisés recibió al cruzar la península del Sinaí, en una revelación de Jehová, las leyes” para el gobierno de la comunidad, conocidas como el decálogo o las tablas de los diez mandamientos. Aquí la alianza de dios y Abraham se renovó: yahvé protegería a los hebreos en su camino a la nueva patria y el pueblo se comprometía a reconocerlo como único dios y cumplir con las ‘leyes”. El símbolo de este acuerdo era ‘el arco de la alianza que contenía las tablas. Al llegar a palestina, moisés murió a la vista de la tierra prometida”. Esta fue conquistada por Josué, su sucesor. En el curso del siglo XII a c. Los hebreos tuvieron algunos enfrentamientos con los cananeos.
En cuanto a la organización política continuaron por mucho tiempo divididos en 12 tribus, sin conformar un solo estado. El vínculo primordial entre ellos era el religioso. En momentos difíciles cuando eran atacados por enemigos, las tribus aceptaban eventualmente a un único jefe, llamado juez. Este era casi siempre un caudillo que unía a varias tribus bajo su autoridad durante el tiempo que durara el peligro. Entre ellos se destacaron Gedeón, Sansón y Samuel.
Creación del estado hebreo: los reyes
rey salomón
fines del siglo XI ac. Estas uniones temporales frente al peligro se transformaron en una unión permanente con la creación del reino de Israel. Los hebreos organizaron un solo estados nació la monarquía. Era una circunstancia propicia para ello. En el plano internacional era una época de florecimiento de pequeños reinos independientes, los grandes imperios antiguos habían decaído y todavía no había surgido el temible poder de los asirios. En el plano interno, era un buen momento para unirse y derrotar a los filisteos con quienes se disputaban la zona. El primer rey de los hebreos fue Saúl. Su sucesor David conquisto Jerusalén (antigua ciudad cananea/ y la convirtió en la capital del reino. Posteriormente sometió a los filisteos y extendió los dominios de Israel hasta el mar rolo. Los hebreos consideraron a esta época como la más feliz. Su hijo y sucesor Salomón alcanzo fama por darle prestigio e importancia al cumplimiento de la justicia. También intensificó el comercio aprovechando que el territorio estaba ubicado en un cruce de rutas comerciales. Fue una época prospera. Salomon, incluso, organizo una flota para comerciar por el mar rojo. Parte de las riquezas se aplicaron a la construcción del palacio y del templo de yahvé en Jerusalén.
Templo de salomón
El cisma. Los dos reinos  a la muerte de salomón cerca de 926 a c. Se desencadenó una fuerte rivalidad entre las 12 tribus que conformaban el pueblo hebreo lo que determino la división del reino en dos estados diferentes:
A) las diez tribus del norte formaron el reino de Israel más vasto y más fuerte, con capital en samaria;
B) las dos tribus del sur formaron el reino de Judá con capital en Jerusalén.
Como consecuencia de este cisma o esta división hubo una decadencia económica y religiosa. Económica porque ya no tuvieron el monopolio de las rutas de la región, y religiosa porque comenzaron a adorar, sobre todo en el reino del norte, a otros dioses y asimilaron también costumbres religiosas de otros pueblos como los cananeos. Como reacción ante esta situación surgieron los profetas, en defensa de la doctrina de Jehová. Según la sagrada escritura profeta es aquel que habla por dios y como intérprete de dios.
El exilio. La pérdida de la independencia política
La división y las luchas internas provocaron debilidad en los dos reinos justo en el momento en que resurgían nuevamente poderosos imperios en el cercano Oriente.
Por lo tanto se vieron imposibilitados de mantener su independencia en el 722 a.c. los asirios invadieron el reino de Israel y lo conquistaron, en el 587 a.c., Judá cayó en poder del imperio neo babilónico de Nabucodonosor II, quien transportó a los israelitas cautivos a babilonia. El cautiverio en babilonia señala la decadencia de la organización política de los hebreos. Como contrapartida constituirá un periodo de elevación religiosa. Los judíos se mantendrán unidos por sus tradiciones yahvistas. En esta época surgieron con nuevo vigor los profetas, que reavivaron la fe de los israelitas. Entre ellos, Ezequiel y Daniel anunciaban que tras el sufrimiento vendría la recompensa con la llegada del mesías, el hijo de Dios” que los libertaría.
El retorno a palestina. La comunidad religiosa
Cuando Ciro el grande rey de los persas conquistó el imperio neo babilónico en el 539 a.c. autorizó a los hebreos retornar a palestina. Si bien los persas les permitieron reorganizarse como comunidad religiosa, de acuerdo con su política de respeto a las creencias de los sometidos a su poder les prohibieron erigirse, en cambio como un estado político independiente. De esta forma sufrieron distintas dominaciones: de la persa pasaran a la griega y luego a la romana.
La diáspora en el año 70 d.c. los romanos destruyeron a Jerusalén y expulsaron a los israelitas, quienes se disgregaron por todo el mediterráneo. Comenzó así la diáspora” es decir la dispersión de los judíos por el mundo. La historia de los hebreos en palestina había terminado por el momento, ella dejaría de ser su patria por mucho tiempo pero la comunidad hebrea sobrevivirá manteniendo intactas sus creencias y costumbres, gracias a su fe y a la alianza con su Dios, Yahvé.
Economía: una tierra fuerte: establecidos en palestina, los hebreos se dedicaron a la agricultura y a la ganadería. Los cultivos característicos fueron el olivo y la vid, aunque también obtuvieron legumbres como habas y en telas. El pastoreo de ovejas, asnos, bueyes, cabras, caballos y camellos acompañaba la actividad agrícola. También trabajaron la cerámica y confeccionaron numerosos tejidos de lana y lino. Pero su más importante actividad económica fue el comercio: esto se debió a que su lugar de asentamiento, palestina, era una tierra puente; por ejemplo, un lugar de tránsito de mercaderes entre Mesopotamia y Egipto. Los hebreos: exportaban: aceite y vino; importaban: metales (cobre de Chipre, hierro de Anatolia, oro de arabia, marfil y especias.)
La sociedad la sociedad israelita estaba íntimamente relacionada con su religión. El núcleo de la sociedad hebrea era la familia. Esta era patriarcal. El padre representaba la máxima autoridad. Existían también los esclavos, que se obtenían por compra o por ser prisioneros de guerra; no se los trataba con crueldad
Letras y artes la religión dominó todos los aspectos de la cultura hebrea. La prohibición de representar a la divinidad desalentó la creatividad en escultura y pintura. Como contrapartida, la religión estimuló el desarrollo de la literatura: el esfuerzo de generaciones para la redacción y la transmisión de los textos, las creencias y tradiciones religiosas. El resultado fue la biblia. La palabra biblia” deriva del griego (biblia libros, e indica el libro por excelencia fenicia” también se denomino sagradas escrituras: sagradas” porque se creen inspiradas en Dios y contienen la revelación de éste a los hombres, y “escrituras” porque su origen es variado, de distintas épocas y diferentes autores.
Estos escritos redactados por los hebreos constituyen el antiguo testamento o biblia hebrea. En ellos se habla de la historia, las costumbres, las creencias, los pensamientos éticos y morales del pueblo israelita. Posteriormente, los cristianos le anexaron el nuevo testamento, donde aparece la llegada de Cristo, su vida y los orígenes del cristianismo.
El núcleo original de la biblia fue el pentateuco, conjunto de los cinco primeros libros del antiguo testamento: el génesis, el éxodo, el levítico, los números y el Deuteronomio. El génesis relata la creación del mundo, los orígenes del pueblo hebreo con Abraham hasta el establecimiento en Egipto. El resto de los libros se refieren, entre otros temas, a moisés, comentan la huida de Egipto, el peregrinar por el desierto y la llegada a la tierra prometida.
Los llamados escritos históricos de Josué, jueces, Samuel, reyes y crónicas narran los hechos históricos desde el asentamiento en palestina, relatan la actuación de los jueces, la formación del estado, los momentos salientes de cada monarquía.
Los escritos proféticos comentan la división del reino en Israel y Judá, y su caída en manos de opresores extranjeros. Contienen los presagios de los profetas que anuncian el castigo y la resurrección de las ruinas.
Los escritos poéticos contienen salmos o himnos para ser cantados y plegarias.
Los escritos sapienciales reúnen consejos de sabiduría y preceptos de carácter moral. La música también fue cultivada por los hebreos. Samuel fundó una escuela de músicos. Durante los gobiernos de David y salomón, este arte llegó a su esplendor considerándose una profesión de gran prestigio.
La religión: un monoteísmo ético
La religión, razón misma de ser del pueblo hebreo, tu- ‘va como característica principal el monoteísmo. Israel tiene un solo dios: yahvé o Jehová. Esta es la primera gran diferencia con el resto de las religiones del cercano oriente, que eran politeístas. Su dios es justo, sumamente bueno y clemente. No puede ser representado, es inmaterial. No toma por esto características antropomórficas ni se identifica con las fuerzas de la naturaleza, como los dioses de otras religiones de la antigüedad. El hombre queda con respecto a Jehová en una posición inferior. Dios lo hizo a su imagen, inmortal, pero ha pecado, por ello ha sido condenado al trabajo y a la muerte. Concepto inverso al de las religiones mesopotámicas, donde el hombre nace mortal. El anuncio de la llegada de un mesías en las épocas de crisis es otra particularidad de la religión hebrea. Vislumbro un futuro feliz, en donde el bien y la justicia reinen en la tierra.
De esta forma, el mesianismo señala un punto de transición a la predicación cristiana. La religión de los israelitas tuvo también un matiz moral o ético. Yahvé le exige a su pueblo el cumplimiento de una moralidad. Dicto, en primer lugar, las obligaciones del creyente para con su dios (‘ser el único dios”, “no representarlo”), y luego, las obligaciones de los hombres entre sí ‘no cometer asesinato ni adulterio” “honrar al padre y a la madre”, etcétera).
Por último, debemos citar una característica primordial de la religión hebrea: el profundo vínculo de Dios con la historia de su pueblo. En otras religiones, el accionar de los dioses se realizaba fuera de los tiempos históricos. En la religión de los hebreos, Dios está presente en la historia de su pueblo y les manifiesta o les revela a sus creyentes el modo correcto de actuar. Se comunica con ellos a través de sus elegidos como Abraham y Moisés, por intermedio de los cuales los guía” en el transcurso de la historia.
En síntesis: la religión hebrea, monoteísmo de contenido moral y profundo vínculo con la historia de su pueblo,- fue la primera religión “sin fronteras”, lo que la convirtió en vínculo permanente entre sus creyentes y en razón de ser para su supervivencia como pueblo.
Su legado: la primera fe monoteísta, origen de las tres grandes religiones actuales: cristianismo, judaísmo y islamismo. El antiguo testamento
El trasfondo judío
Jesús de Nazaret fue un judío palestino condenado a muerte por poncio Pilatos, el procurador de la provincia de Judea, la cual comprendía el territorio del viejo reino hebreo de Judea. El cristianismo surgió del judaísmo, por lo que conviene volverse hacia el mundo político-religioso judío con el fin de encontrar los comienzos del cristianismo.
En tiempos helénicos, el pueblo judío había disfrutado de considerable independencia, bajo los gobernantes seleúcidas. El involucramiento de los romanos con los judíos comenzó en el año 63 a. De c. Y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una provincia puesta bajo el mando de un procurador romano. Sin embargo, continuó la intranquilidad, aumentada por las divisiones entre los mismos judíos. Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos.
Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar esta meta. Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca del mar muerto. Tal y como se revela en los rollos del mar muerto —una colección de documentos descubiertos en 1947—los esenios, al igual que otros judíos, esperaban un mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de Dios y establecería el verdadero paraíso en la tierra. Un cuarto grupo, los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el derrocamiento violento de la dominación romana. Una revuelta judía en el año 66 de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años. El templo de Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera absoluta en Judea.
Surgimiento del cristianismo
En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret (c. 6 a. De c.-30 d. De c.) Comenzó su predicación pública. Jesús creció en galilea, importante centro de los militantes zelotes. El mensaje de Jesús, básicamente, era muy simple. Dio seguridades a sus camaradas judíos de que no intentaba minar su religión tradicional:
“no piensen que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento”.’ de acuerdo con Jesús, lo importante no era el rígido fanatismo de la letra de la ley y el sometimiento a las reglas y a las prohibiciones, sino la transformación  de lo íntimo de la persona: “así, en todos los casos, haz a los demás lo que te gustaría que los otros te hicieran, porque esto resume la ley y los profetas”. el mandamiento de Dios era muy sencillo, amar a Dios y al prójimo: ‘ama al señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y con toda tu fuerza. El segundo mandamiento es: ama a tu prójimo como a ti mismo’. en el sermón de la montaña, Jesús expresó los conceptos éticos —humildad, caridad y amor fraterno— que conformarían las bases del sistema de valores de la civilización occidental medieval. Como hemos visto, no coincidían con los valores de la clásica civilización greco-romana.
Si bien hubo gente que saludó a Jesús como el mesías que liberaría a Israel de la opresión y establecería el reino de Dios sobre la tierra, Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal: “mi reino no es de este mundo”. en consecuencia, defraudó a los radicales. Por su parte, los líderes religiosos conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía tradicional. Pali las autoridades romanas de palestina y sus aliados locales, el nazareno era un revolucionario en potencia capaz de transformar las esperanzas judías de un reino mesiánico en una revuelta contra. Roma. Por consiguiente, Jesús se descubrió como objeto de diferencias en diversos ámbitos, y al final fue entregado a las autoridades romanas. El procurador poncio Pilatos ordenó su crucifixión. Empero, esto no resolvió el problema. Unos pocos fieles seguidores de Jesús difundieron la noticia de que Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los cielos. La creencia de la resurrección de Jesús se volvió un dogma importante de la doctrina cristiana. Jesús era aclamado ahora como el “ungido” (Cristo en griego), el mesías, quien regresaría e instauraría el reino de dios en la tierra.
El cristianismo comenzó, como un movimiento religioso dentro del judaísmo, y así lo consideraron las autoridades romanas durante muchas décadas. Aunque la tradición afirma que uno de los discípulos de Cristo, Pedro, fundó la iglesia cristiana en roma, el personaje más importante de los primeros tiempos del cristianismo —después de Jesús— fue pablo de tarso (c. 5-c. 67). Pablo se acercó a los no judíos y transformó el cristianismo de una secta judía en un movimiento religioso más amplio.
Llamado el “segundo fundador del cristianismo”, pablo fue un judío, ciudadano romano, muy influido por la cultura griega helenística. Creía que el mensaje de Cristo debería ser predicado no sólo a los judíos, sino a los gentiles (los no judíos). Pablo fue pionero en la fundación de comunidades cristianas a todo lo largo de Asia menor y en las costas del mar egeo.
Fue pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión de las ideas de Cristo. Enseñó que Cristo era, en efecto, un Dios redentor, el hijo de Dios, que había venido a la tierra para salvar a todos los seres humanos, pecadores, de hecho, a causa del pecado original cometido por Adán al desobedecer a dios. Con su muerte, Cristo había expiado los pecados de la humanidad y había hecho posible que todos los hombres y mujeres experimentaran un nuevo comienzo con la posibilidad de la salvación personal. Aceptando a Cristo como salvador, ellos también podrían ser salvados.
Al principio, el cristianismo se diseminó con lentitud. Aunque las enseñanzas del primitivo cristianismo se difundían mayormente por la prédica de los cristianos proselitistas, también hicieron su aparición materiales escritos. Pablo escribió una serie de cartas, o epístolas, que delineaban las creencias cristianas en diferentes comunidades. Asimismo, algunos de los discípulos de Cristo bien pudieron conservar algunos dé los dichos del maestro en forma escrita, y los transmitieron como memorias personales, que más tarde llegaron a constituir las bases de los evangelios escritos —la ’buena nueva’ respecto a Cristo— los cuales trataron de formular un registro de la vida y de las enseñanzas de Cristo, y establecieron el núcleo del nuevo testamento. Aunque Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los romanos en el año 70 de nuestra era dejó a las iglesias cristianas con una considerable independencia. Alrededor del año 100 se hablan fundado iglesias cristianas en muchas de las ciudades principales del oriente, así como en algunos lugares de la parte occidental del imperio. Muchos de los primeros cristianos provenían de las filas de los judíos helenizados y de las poblaciones del oriente de habla griega. Pero en los siglos III y IV, un creciente número de seguidores hablaban latín. Una traducción latina del nuevo testamento, escrito originalmente en griego, aparecida poco después del año 200, ayudó a este proceso.
Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida comunal, llamada ágape, o banquete de amor, y para celebrar lo que llegó a conocerse como el sacramento de la eucaristía, o cena del señor, celebración comunal de la última cena de Cristo:
Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: tomad y comed; éste es mi cuerpo.
Luego tomó una copa, dio gracias y la ofreció, diciendo: bebed todos de esta copa. Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.’
Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras. Las iglesias locales se congregaban bajo el gobierno de consejos de ancianos (o presbíteros), pero, a principios del segundo siglo, ciertos funcionarios conocidos como obispos llegaron a ejercer considerable autoridad sobre los presbíteros. Estos obispos basaban su posición de superioridad en la sucesión apostólica: como sucesores de los doce primigenios apóstoles de Jesús, eran los delegados vivientes del poder de Cristo. Tal y como Ignacio de Antioquía escribió en el año 107: “es obvio que debemos mirar a un obispo como al señor en persona... Sus clérigos... Están en armonía con su obispo como las cuerdas de un arpa, y el resultado es un himno de alabanza a Jesucristo de mentes que sienten al unísono” los obispos solamente eran varones, indicio claro de que en el siglo uno de nuestra era la mayor parte de las comunidades cristianas coincidían con el punto de vista de pablo, respecto a que las mujeres cristianas deberían estar sujetas a la autoridad de los varones cristianos.
A pesar de que algunos de los valores fundamentales del cristianismo diferían marcadamente de los del mundo greco-romano, al principio los romanos no prestaron mucha atención a los cristianos, a quienes consideraban simplemente una secta más del judaísmo. La propia estructura del imperio romano ayudó al crecimiento del cristianismo. Los misioneros cristianos —incluyendo algunos de los doce apóstoles o discípulos originales de Cristo— utilizaron los caminos romanos para trasladarse por todo el imperio difundiendo la “buena nueva’>.
Sin embargo, conforme transcurrió el tiempo, la actitud de los romanos hacia el cristianismo comenzó a cambiar. Como hemos visto, los romanos fueron tolerantes con otras religiones, salvo cuando amenazaban el orden o la moral públicos. Muchos romanos llegaron a considerar el cristianismo peligroso para el orden del estado romano. Estas opiniones a menudo se basaron en interpretaciones erróneas. Por ejemplo, la práctica de la cena del señor dio origen a rumores de que los cristianos practicaban crímenes horrendos, como el asesinato ritual de niños. Si bien sabemos que esos rumores eran falsos, ciertos romanos los creyeron y los manipularon en tiempos de crisis para incitar al pueblo contra los cristianos. Es más, como los cristianos llevaban a cabo sus reuniones en secreto y parecían estar en comunicación con cristianos localizados en otras áreas, el gobierno podía juzgarlos potencialmente peligrosos para el estado.
Algunos romanos pensaron que los cristianos eran excluyentes en exceso y, por lo tanto, nocivos para la comunidad y el orden público. Los cristianos no aceptaban a otros dioses y, en consecuencia, se abstenían de asistir a los festivales públicos que honraban a esas deidades. Por último, los cristianos se rehusaban a participar en la adoración de los dioses del estado y en el culto imperial. Dado que los romanos consideraban estas ceremonias importantes para el estado, el rechazo de los cristianos ponía en peligro la seguridad del estado y en consecuencia, constituía un acto de traición, punible con la muerte. También constituía una prueba de ateísmo (no creer en los dioses) y estaba sujeto a castigo bajo estos cargos. Sin embargo, para los cristianos —quienes creían que únicamente había un solo y verdadero Dios la adoración de los dioses del estado y de los emperadores era idolatría, lo cual pondría en peligro su propia salvación.
La persecución romana de los cristianos durante el primer y segundo siglos de nuestra era nunca fue sistemática, sino sólo esporádica y local. La persecución comenzó durante el reinado de Nerón. Habiendo destruido el fuego gran parte de roma, el emperador utilizó a los cristianos como chivos expiatorios, los acusó de incendio premeditado y de odio a la raza humana, y los sometió a atroces muertes en Roma. En el segundo siglo, en gran medida los cristianos fueron ignorados y considerados inofensivos. Al final de los reinados de los cinco buenos emperadores, los cristianos todavía representaban una pequeña minoría, pero con una fe considerable. Esta fuerza se basaba en la certeza de la moralidad de su conducta convicción reforzada por la disponibilidad de los primeros cristianos a convertirse en mártires en aras de su fe.
El crecimiento del cristianismo
La persecución esporádica de los cristianos por los romanos en los siglos primero y segundo no pudieron detener en absoluto el crecimiento del cristianismo. De hecho, sirvió para fortalecer el cristianismo como institución en los siglos tercero y cuarto, causa de que cambiara su débil estructura del primer siglo, y avanzara hacia una más centralizada organización de sus diversas comunidades eclesiales. Un elemento crucial para este cambio fue el visible papel de los obispos. Si bien eran aún elegidos por la comunidad, los obispos comenzaron a asumir mayor control, constituyéndose el obispo como jefe y los presbíteros como clérigos sujetos a la autoridad del obispo. Alrededor del siglo tercero los obispos eran nominados por los clérigos, simplemente aprobados por la congregación y luego oficialmente consagrados para el cargo. La iglesia cristiana iba creando una bien definida estructura jerárquica, en la que los obispos y los clérigos eran funcionarios asalariados, separados de los laicos, o miembros regulares de la iglesia.
El cristianismo creció poco a poco en el primer siglo, se arraigó en el segundo y se difundió ampliamente en el tercero. ¿Por qué fue el cristianismo capaz de atraer a tantos seguidores? Los historiadores no están del todo seguros, pero han ofrecido varias respuestas a esta pregunta. Ciertamente, el mensaje cristiano tuvo mucho que ofrecer al mundo romano. La promesa de la salvación, posible por la muerte y resurrección de Cristo, ejerció un inmenso atractivo en un mundo lleno de sufrimiento e injusticia. El cristianismo parecía imbuir la vida con un significado y un propósito que estaban más allá de las simples cosas materiales de la realidad cotidiana. En segundo lugar, el cristianismo no era del todo desconocido. Podía simplemente ser considerada como otra religión mistérica occidental que prometía la inmortalidad como efecto de la muerte sacrificial de un Dios salvador. Al mismo tiempo, brindaba ventajas de las que carecían otras religiones misteriosas. Cristo había sido un ser humano, y no una figura mitológica, como Isis o mitra. Es más, el cristianismo tuvo un atractivo universal. A diferencia del mitraismo, no era exclusiva para varones. Además, no exigía un rito de iniciación complejo o caro, como sucedía con otras religiones mistéricas. La iniciación culminaba simplemente con el bautismo —~ purificación por el agua—, mediante el cual se entraba en una relación personal con Cristo. Asimismo, el cristianismo dotó de un nuevo significado a la vida, y brindó lo que las religiones oficiales de Roma jamás pudieron: una relación personal con Dios, así como un eslabón con un mundo superior.
Por último, el cristianismo satisfizo la necesidad humana de pertenencia. Los cristianos integraron comunidades unidas unas con otras en las que las personas podían expresar su amor ayudándose mutuamente y ofreciendo auxilio a pobres, enfermos, viudas y huérfanos. El cristianismo satisfizo la necesidad de pertenencia en una forma en la que el enorme, impersonal y remoto imperio romano jamás pudo.
El cristianismo resultó atractivo para todas las clases. La promesa de la vida eterna se ofrecía a todos: ricos, pobres, aristócratas, esclavos, hombres y mujeres. Como Pablo enunció en su epístola a los colosenses: “deben revestirse del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto a imagen de su creador, donde no existen el griego o el judío> el circunciso o el incircunciso, el bárbaro, el escita, el esclavo o el hombre libre, sino que Cristo es todo y está en todo”.Aunque no hizo un llamado a la revolución o a la revuelta social, el cristianismo puso énfasis en un sentido de igualdad espiritual para todos los pueblos.
Muchas mujeres se dieron cuenta de que el cristianismo ofrecía nuevas actividades y otras formas de compañía con otras mujeres. Las mujeres cristianas practicaban la nueva religión en su propia casa y predicaban sus convicciones ante otras personas en sus aldeas. Muchas otras murieron por su fe. Perpetua (m. 203) fue una mujer aristócrata que se convirtió al cristianismo. Su familia pagana le suplicó que renunciara a su nueva fe, a lo que ella se rehusó. Las autoridades la apresaron, pero ella eligió morir por su fe> y fue una de las que formaban el grupo de cristianos masacrados por las bestias salvajes en la arena de Cartago el 7 de marzo de 203.
Una vez que la iglesia cristiana estuvo mejor organizada, dos emperadores del siglo tercero respondieron con más persecuciones sistemáticas. El emperador Decio (249-251) culpó a los cristianos de los desastres que asolaron a Roma en el aciago siglo III: fueron ellos quienes no reconocieron a los dioses del estado y, en consecuencia, éstos se vengaron contra los romanos. Es más, conforme la organización administrativa de la iglesia crecía, Decio juzgaba que el cristianismo se asemejaba más y más a un estado dentro del estado que iba socavando el imperio.
 En consecuencia, inició la primera persecución sistemática de cristianos. Se requirió a todos los ciudadanos presentarse ante sus magistrados locales y ofrecer sacrificios a los dioses romanos. Por supuesto, los cristianos se negaron. Sin embargo, los planes de Decio fallaron. Los funcionarios locales no cooperaron y además, el reinado de Decio no fue tan largo. La última gran persecución la ordenó Diocleciano, al comienzo del siglo cuarto, pero era ya demasiado tarde. El cristianismo se había fortalecido mucho, como para ser erradicado por la fuerza. La mayoría de los paganos había aceptado la existencia del cristianismo.
En el siglo IV, el cristianismo prosperó como nunca antes. Es Constantino quien desempeño una función importante en el cristianismo, al que apoyo aparentemente desde el 312, cuando su ejército debía librar una batalla crucial contra Majencia en el puente Milvio, que cruzaba el río Tiber al norte de Roma. De acuerdo con una historia tradicional, al entrar en una batalla decisiva tuvo la visión de una cruz cristiana con la leyenda: “con este signo, vencerás”. La tradición prosigue que habiendo ganado la batalla, Constantino se convenció del poder del dios cristiano. A pesar de que no fue bautizado sino hasta el final de su vida, en el año 313 promulgó el famoso edicto de Milán, por el que oficialmente se toleraba la existencia del cristianismo. Después de Constantino, los emperadores fueron cristianos, con excepción de Juliano (360-363), quien trató brevemente de restaurar la religión politeísta grecorromana tradicional. Sin embargo, él murió en una batalla y su gobierno fue demasiado corto como para causar algún efecto. Bajo Teodosio “el grande” (378-395), el cristianismo fue declarado la religión oficial del imperio romano. Una vez en poder del control, los líderes cristianos utilizaron su influencia para proscribir las prácticas religiosas paganas. El cristianismo había triunfado.